
Nuestra recompensa se encuentra en el esfuezo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa.
Te levantas de un salto asustada, aturdida, desubicada... ¡¡El despertador hace un ruido terrible!! Sin a penas percibir que has dormido algo te preparas el desayuno. Cabizbaja, con los ojos pegados por el sueño y arrastrando los pies, tal y como lo hace un campesino después de haber estado todo el día trabajando de sol a sol, te diriges a la habitación más silenciosa de la casa y decides ponerte a estudiar. Las horas vuelan como jóvenes pajarillos pero casi ni lo percibes.
A penas pasadas cuatro o cinco horas tus padres vienen a verte a tu triste habitáculo, el cual contiene un gran escritorio que alberga el desorden más ordenado jamás visto... Levantas la cabeza para dirigirte a ellos y, tras mantener una breve conversación, decides separarte de tu "compañera de viaje", la que, al menos, se preocupa de tu comodidad tras largas horas de estudio. Te diriges al comedor. Un agradable olor se desprende de los alimentos que yacen sobre la mesa y se dispersa por todo el pasillo hasta llegar a ser percibido por tu olfato. Te sientas a comer. Poco durará ese momento de placer junto a tu familia, pues pronto tendrás que abandonar esa cálida compañía para volver a ahogarte en la soledad de ese estudio en el que te pasas las horas, los días, los meses...
La tarde llega a su fin. Levantas la vista y oteas a lo lejos cómo el sol comienza a esconderse. Comienza a anochecer. Deseas salir con tus amigos a tomar el aire, pero sabes que debes esudiar. Casi no quedan días para que comiencen los exámenes. Decides bajar la persiana y olvidarte, otra vez más, del mundo.
En poco tiempo te volverán a llamar para cenar. Deseas que llegue pronto ese momento para evadirte por unos instantes de todo lo que te preocupa y ocupa la mayor parte de tu cabza: LOS EXÁMENES.
Una vez has acabado de cenar regresas a tu agujero para seguir exprimiendo al máximo las poquitas fuerzas que te quedan. Por fin decides marcharte a la cama para descansar, teniendo en cuenta que el día que está por nacer no será distinto al que acaba de perecer.
Así transcurren las fiestas navideñas... Los niños ilusionados esperan impacientes la llegada de los Reyes Magos, los mayores gozan de alegría por haber vivido un año más... Las familias se reúnen en unas fechas tan señaladas... Sí, en tu casa no para de entrar y de salir gente, la sobremesa dura hasta el fin de la tarde, todo el mundo está despreocupado, disfrutando de las vacaciones mientras tú, encerrado en tu habitación, luchas por olvidarte de que estás en tal época del año, de que la gente está completamente desocupada... Te obligas a pensar que los Reyes Magos son cosa de niños, intentas quitarte la ilusión y no distraerte con pequeñeces. Y cuando te quieres dar cuenta ves que te has pasado todas las Navidades encerrado entre cuatro paredes estudiando todo el día y sin descansar ni siquiera para tomarte el café de media tarde.
Poe fin llegan los exámenes de enero y bastante más tarde recibes las calificaciones de esos exámenes a los que has dedicado todas tus vacaciones. La mayoría de las notas son buenas, perosiempre hay alguna metedura de pata... Entonces es ahí cuando te lamentas de no haber salido y disfrutado en las fiestas que ya se han pasado y que hasta pasado un año más no volverás a vivir... Lamentas haber perdido el tiempo para estudiar una asignatura en la que has sacado un triste 5.
¡Es entonces cuando te arrepientes de haberle dedicado tantas tardes y días enteros!
Pero también es precisamente por eso por lo que no puedes sentirte mal. El esfuerzo está ahí; pues un esfuerzo total es una victoria completa, en palabras de Gandhi.
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Vanesa Mures Jáñez
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