Estos días volvemos a disfrutar de mantos blancos inmaculados y paisajes maravillosos, perfectos para deleitarse con sus vistas pero muy molestos para quienes tienen que desplazarse por las frías calles o peor aún, vivir en ellas. 30.000 personas sin hogar viven esta realidad en nuestro país.
Esa es la peor cara del temporal, aquella de la que casi nunca se habla. En las noticias aparecen niños jugando a tirarse bolas de nieve que no han podido ir a clase, paisajes naturales cubiertos de nieve que embellecen aún más la estampa natural si cabe, problemas con el tráfico…
Hablan de temperaturas, dificultades, consecuencias, diversión..., pero muy pocas veces nos ponen la cara de aquella persona que tiene que ser capaz de sobrevivir soportando estas temperaturas insufribles.
A ellos va dedicada la entrada de hoy, porque es cierto que sonrío cada vez que veo caer copos blancos del cielo, aún consigue parecerme mágico, pero sería más lógico que todos pudiésemos contemplar la escena a través de una ventana, al calor del hogar.
La ayuda de los voluntarios es vital, la organización de más refugios para ellos, comedores..., en fin, un mayor compromiso social que se implique en programas de ayudas a estas personas, que aunque queramos hacer pasar por mobiliario urbano no lo son.
La foto muestra el patio de la universidad Rey Juan Carlos, en la nevada del año pasado. Y me sirve de manera perfecta para ilustrar el tema de hoy, puesto que metemos en relación otra variable imprescindible para erradicar la pobreza: la educación. Esperemos tener más paisajes como esos donde los bancos sigan cubiertos de nieve impoluta porque nadie quiera mojarse el abrigo. Eso significará que todos tenemos alguno con el que taparnos.
Disfrutad de la nieve
Mar Amador Caravantes
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